-Querido pueblo, os he reunido hoy para compartir con vosotros una seria preocupación que embarga mi alma. Desde que se pudrieron los árboles de la fruta, tras el tenebroso invierno del año pasado, nuestro pueblo, los orgullosos Devoradores de Mangos, ha caído en un pozo del que no sé si podremos salir. Casi no hay comida, nuestros niños se están muriendo de hambre, y nadie parece dar con una solución. Hace ya meses que nuestros sabios ancianos nos recomendaron cambiar de vida: si ya no hay árboles de fruta que nos den de comer, deberíamos buscarnos el alimento por otros medios. Hice caso a su recomendación, y puse a nuestros mejores hombres, los más fuertes y habilidosos de la tribu, en dos grupos: unos debían cazar al gran jabalí con el que compartimos los bosques. Los otros, por el contrario, debían trabajar las tierras que hay cerca de nuestro poblado para intentar cultivar especies que nos suministraran el alimento que necesitamos. Sin embargo, hermanos míos, debo deciros que hemos fracasado. Ya no nos queda ninguna esperanza de poder comernos al gran jabalí. Como nunca hemos cazado, nuestros hombres persiguen a los animales inútilmente. Todos han vuelto al poblado muy deprimidos y llorosos, dándose por vencidos. El otro grupo no ha tenido mejor suerte: tienen las manos llenas de callos y sus lanzas rotas de tanto intentar levantar una tierra que se muestra despiadada. Ha llegado la temporada de lluvias y no han sabido qué hacer para poder sembrar las semillas que habíamos encontrado. Hoy os he reunido para que recéis a nuestros , ya que ninguna otra cosa nos queda por hacer...
Cuentito
miércoles, 23 de junio de 2010
¿A qué esperan?
miércoles, 10 de febrero de 2010
¡Está todo fatal! No hay día que no oigas esto un montón de veces, es el “namberguan” de las frases hechas, y lo es porque resume perfectamente lo que muchos sentimos en la actualidad. Vivimos una situación económica desastrosa, en la que vemos a nuestros políticos (casi sin excepción) olvidarse de solucionar los problemas de aquéllos por cuyos votos están donde están, quienes somos, además, los que pagamos sus sueldos: todos nosotros. Podemos comprobar con estupor cómo se dedican, en jornada completa, a intentar mantenerse como sea en el poder o intentar arrebatárselo al que ya lo tiene, en este caso dejando pasar el tiempo para provocar su desgaste, un tiempo que, por otro lado, es vital para la eficacia de hipotéticas soluciones que puedan aliviar la angustia en la que viven muchos millones de personas. Por otra parte, y sé que seguramente sea simplificar mucho las cosas, te deja pasmado saber que esta situación límite ha sido provocada por mala gestión en empresas, instituciones y poderes públicos, de gente que con sus pésimas prácticas, codicia, abusos y excesos nos han dejado a todos temblando de miedo y frío.
Etiquetas: crisis, equipo, responsabilidad