“Es un tío con suerte, la vida le sonríe y sólo le da cosas buenas. Hay gente que nace de pié, con la fortuna de cara, y la tienen a su lado toda la vida. Los demás, en cambio, nos tenemos que conformar con las migajas. Qué injusto es todo. Mírale, con su cochazo, esa casa tan impresionante, tan famoso y querido por todos”.
¿No os suena esta canción? Achacamos el éxito al azar, a la suerte, que para unos pocos es favorable mientras que para otros parece que no existe. La vida es injusta porque lo que le da a algunos se lo quita a otros muchos, sin ninguna razón aparente. Unos nacen con estrella y otros estrellados. Es el destino, nacemos con un Plan de Ruta ya establecido, al que estamos atados y del que no nos podremos apartar hagamos lo que hagamos. Pobrecitos de nosotros, víctimas inocentes de la maldad de unos dioses malos a los que les encanta hacernos la puñeta.
Aquí merece la pena pararse y pensar un poco: ¿qué es el éxito? Tenemos la tendencia de asociarlo con el dinero, lo que pervierte el verdadero significado de esta palabra. No tiene éxito necesariamente quien gana mucho dinero, o quien consigue la fama (…era tan pobre que no tenía más que dinero…) Tiene éxito quien hace lo que se propone de la mejor manera posible, y con ello, además, consigue una alta satisfacción personal. El éxito debe ser una sensación que nace de ti mismo, no de lo que piensen los demás. Tendrás éxito cuando estés plenamente satisfecho de tus logros y de cómo los has alcanzado, cuando estés seguro de que has entregado todo lo que eres capaz de dar por conseguirlo y de que, además, no has dañado a nadie, al menos intencionadamente, en el intento. Además, no nos equivoquemos, en la vida hay gente que ha triunfado en algún área, que luego son auténticos fracasos en otras. Pienso que el verdadero éxito exige equilibrio entre todos los aspectos que conforman tu existencia, aspectos referentes a tu vida profesional, familiar y de relación con tu entorno. Es alcanzar lo que buscas, conseguir lo mejor para tu trabajo, tus seres queridos y las cosas que te rodean (¡cuidemos nuestro planeta, que se nos puede morir!)
Y, curiosamente, cuando te esfuerzas, cuando lo tienes claro y trabajas duro para conseguirlo, cuando encuentras la felicidad en tu interior, en tu familia y amigos, cuando consigues ese equilibrio, de repente las cosas empiezan a encajar y todo parece más fácil. Entonces nos creemos que un hada mágica nos ha tocado con su varita, cuando lo que en realidad ha sucedido es que aquéllas semillas que has ido plantando durante algún tiempo, han empezado a germinar y a dar frutos.
Hace tiempo, mi admirado Santiago Álvarez de Mon me dijo: “hoy estás construyendo lo que será tu futuro, que será, en gran medida, como quieras tú que sea. Sólo depende de ti”.
Es más cómodo creernos las víctimas, llorar por lo que nos niegan los hados del destino. Pero en realidad, en la grandísima mayoría de las ocasiones, nosotros mismos somos nuestro único verdugo.
PEPO MATEO
Destino
domingo, 7 de marzo de 2010
Etiquetas: éxito
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2 comentarios:
Que chuuulo me encanta.
N
I
N
A
Muy bueno Pepo,soy partidario de esta filosofia de vida. Hay que disfrutar plantando las semillas tanto como cosechando lo producido.
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