Es una noticia que demuestra lo loco que está este mundo. Igual que hay amores que matan (eso dicen), hay amores que nunca mueren. Un buen ejemplo es el de Bill Standley, de 88 años, que pidió que le enterraran a bordo de su más preciada posesión: una Harley Davidson. Según explica la prensa, tras ser embalsamado, se le vistió de motero, se le subió a la moto, le ¡atornillaron el casco a la cabeza!, y le metieron en una urna para que dentro de mil años, cuando nuestros tatatataranietos le encuentren, se queden patidifusos ante semejante espectáculo. A mí, que me incineren, por favor.
Hasta el infinito y más allá
miércoles, 5 de febrero de 2014
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