Lo mejor para que no te maten en la guerra es que nadie te vea. Por eso se inventó el camuflaje, imitando lo que los animales salvajes llevan haciendo desde siempre: confundirse con el entorno para pasar desapercibidos. Así puedes disparar tranquilamente a tu enemigo, hacerle todo el daño que puedas (lo mejor es matarle, claro), e irte tan contento para que te den una medalla.
Si todo el tiempo que dedicamos los humanos a inventar cosas para dañar al prójimo, lo dedicáramos a pensar un poco en los demás, el mundo del futuro, el que recibirán nuestros hijos, sería un lugar estupendo para vivir. Y el camuflaje, para jugar al escondite.
Camuflaje
martes, 17 de diciembre de 2013
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