Así se llama este impresionante pianista que interpreta el Estudio nro. 3, escrito por Paganini y revisado por Liszt. Ambos componían y hacían las transcripciones musicales con un grado de dificultad tal, que las interpretaciones resultaban casi imposibles para los demás músicos. Esta obra en particular es dificilísima de interpretar, sólo al alcance de unos pocos privilegiados.
Si además, como en este caso, el intérprete es un joven ciego, estamos presenciando una genialidad en su sentido más estricto. La ausencia de la vista obliga a los invidentes agudizar sus otros
sentidos. Se ha establecido que a nivel de la población general, la
ocurrencia del oído absoluto (capacidad para identificar y reproducir
una nota musical sin ayuda de referencia externa) entre los ciegos es
mucho mayor que entre los videntes; específicamente entre los músicos,
normalmente menos del 20% de los videntes poseen oído absoluto, mientras
que un estudio científico arrojó que el 57.1% de los músicos invidentes
poseían esa capacidad. Los científicos consideran que la ausencia de la
vista en los ciegos congénitos o los que perdieron la vista a muy
temprana edad les permite aprovechar las neuronas de su corteza visual
para otros sentidos, especialmente el sentido auditivo para los casos de
los músico.
Al reunirse con 275 estudiantes de piano en Dallas-Fort Worth, Nobuyuki les
dijo: “por favor practiquen lo mejor que puedan, pero siempre recuerden
que para darle significado a su música deben tomar tiempo para
experimentar la vida. Hago cosas como escalar montañas, nadar, esquiar,
caminar por el río. Lo que sea que les guste hacer, los ayudará a
disfrutar más su música”.
Disfrutad.
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