Hace unos meses os puse la foto de un extraño pájao americano con una enorme boca. Ahora, un seguidor de este blog nos ha sacado de nuestra ignorancia: se trata de un Gaujojo, también llamado Nictibio o Urutaú. Y nos cuenta esta preciosa historia sobre el canto de esta joya natural, tan especial como su propio aspecto físico:
"En lo prieto de la selva y cuando la noche ha cerrado del todo, suele oírse de repente un sonido de larga como ondulante inflexión, agudo, vibrante, estremecedor. Se diría un llanto, o más bien un gemido prolongado, que eleva el tono y la intensidad y se va apagando lentamente como se apaga la vibración de una cuerda.
Oírle empavorece y sobrecoge el ánimo, predisponiéndole al ondular de lúgubres pensamientos y al discurrir de ideas taciturnas. Se dice que han habido personas que quedaron con la razón en mengua y punto menos que extraviadas.
Se sabe que quien emite ese canto es un ave solitaria a la que nombran de guajojó por supuestos motivos de onomatopeya. Son pocos los que la han visto, y esos pocos no aciertan a dar razones de cómo es y en donde anida. Refieren, eso sí, la leyenda que corre acerca de ella y data de tiempo antañones.
Erase que se era una joven india bella como graciosa, hija del cacique de cierta tribu que moraba en un claro de la selva. Amaba y era amada de un mozo de la misma tribu, apuesto y valiente, pero acaso más tierno de corazón de lo que cumple a un guerrero.
Al enterarse de aquellos amores el viejo cacique, que era a la vez consumado hechicero, no hallando al mozo merecedor de su hija, resolvió acabar con el romance del modo más fácil y expedito. Llamó al amante y valido de sus artes mágicas le condujo a la espesura, en donde le dio alevosa muerte.
Tras de experimentar la prolongada ausencia del amado, la indiecita cayó en las sospechas y fue en su búsqueda selva adentro. Al volver a casa con la dolorosa evidencia, increpó al padre entre sollozo y sollozo, amenazándole con dar aviso a la gente del crimen cometido.
El viejo hechicero la transformó al instante en ave nocturna, para que nadie supiera lo ocurrido. Pero la voz de la infortunada pasó a la garganta del ave, y a través de ésta siguió en el inacabable lamento por la muerte del amado.
Tal es lo que referían los comarcanos sobre el origen del guajojó y su flébil canto de las noches selváticas."
Urutaú
domingo, 27 de abril de 2014
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