Resulta que una pareja recibía unas facturas de agua que no se correspondían con el gasto real que realizaban. Controlaron todo: tuberías, grifos, electrodomésticos, pero nada parecía ser el origen del problema.
Hasta que un día, por pura casualidad, lo descubrieron. No era problema de gasto, sino de gato.
Digo lo de siempre: conozco seres humanos mucho menos inteligentes (leed la prensa y lo comprobaréis).
El gato y la cisterna
miércoles, 26 de mayo de 2010
Etiquetas: animales
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