Mi prima Jennifer la de Ohio, como se aburre como una mona, andaba buscando alguna afición que le sirviera de entretenimiento. Un amigo le recomendó que se comprara una caña y pescara pececitos en el río que pasa cerca de su casa. Ella no estaba muy convencida porque siempre había oído que pescar era un coñazo rollo, pero probó.
Y desde entonces, ya no piensa que pescar pececitos sea aburrido. Para nada.
La emoción de la pesca
sábado, 14 de julio de 2012
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