Vaaale, parece que a algunos os ha gustado... ahí va la segunda parte del primera capítulo.
De todo aquello sólo quedó para el recuerdo
el extraño funeral del caniche de los de Teruel, que murió durante el suceso, y
al que asistió el obispo de nuestra diócesis y un alto dirigente escandinavo al
que nadie conocía ni había invitado. La gorda, la dueña del caniche, dijo que
el bicho (el pobre perro, me refiero) había muerto en el incidente del susto, que
le había provocado un paro cardíaco. Pero no era cierto y eso sí lo comentamos
mucho en casa: vimos al perro morir aplastado bajo las nalgas de la foca de su
ama, que resbaló mientras intentaba huir del planeador-espectro, cayendo estrepitosamente
encima del pobre animalito. Yo creo que no sufrió, el perro, debió ser todo muy
rápido, no le dio tiempo ni a enterarse. Si te caen diez toneladas de carne de
ballena encima, debes morir al instante y sin darte tiempo a pensar:”joder, me
cago en los de Greenpeace”, ¿no? Pues lo mismo seguramente le pasó al chucho.
¿Vosotros creéis que mientras se espachurraba bajo el culo de su ama, pensaba
algo?¿Pensáis que su pequeño cerebro decía para sí: “Mira qué asssco de tía,
menudo culo más gordo y asesino, aguantarla tanto tiempo para esto”? Pues no,
fijo que no. Coño con la gorda, pues dices que has aplastado al animal sin
querer y santas pascuas. Qué ganas de mentir, de intentar engañar a los demás,
de verdad.
Bueno, centrémonos, ¿por dónde iba? Ah, si,
por lo de que el mundo se había puesto rarito.
En mi caso particular las cosas iban bien,
demasiado bien para lo que solía ser habitual en mí. A ver, no penséis mal: siempre
me he creído un tío con suerte. Creo que nací con más inteligencia de la normal
(eso tampoco es difícil), algo que, sin embargo, muchas veces es un grave
inconveniente ante la estupidez que te rodea. Y es que, como decía alguien: ante
la estupidez, los propios dioses están indefensos. Siempre me he visto en
inferioridad de condiciones ante los estúpidos. No tienen razón, no dicen más
que sandeces y/o mentiras, pero se creen
lo que dicen y lo defienden mientras te miran con cara de suficiencia. Es muy
complicado intentar hacer razonar a un estúpido, sobre todo porque no
escuchan. Un sucedido a modo de ejemplo:
recuerdo cierta vez que una amiga de mi mujer, una tipa insoportable que se
llamaba Adelaida o Amelia o algo así, vino a casa para pasar la tarde con su
marido, un informático incluso más tonto que ella, pero con la ventaja de que
se creía tan por encima de los mortales que ni hablaba (eso que ganábamos todos).
El caso es que la tal Amalia, o como se
llamase, sostenía que había que obligar a los niños a leer con muy poca
luz, casi en penumbras, para que se acostumbraran los ojos. Yo no soy oftalmólogo
ni me importa una mierda el tema, pero creo, y así le dije, que lo que decía
era una sandez, sobre todo porque no veía la necesidad de forzar de esa manera
los ojos de un niño sin necesidad ninguna.
La tía ésa, que por cierto ni tenía niños ni
sabía lo que eran, sostenía lo contrario y, lo que es peor, para apoyar su
estúpida tesis salpicaba sus explicaciones con frases como “pero qué tonterías
dices…”, “habrás leído tú muchos libros de pediatría…”, “tú qué sabrás…”,
mirando con risitas a su marido, el mudo gilipollas, dejando claro lo listos
que eran ellos y lo que les costaba sobrevivir en un mundo tan ignorante.
Después de intentar razonar con esa burra
durante media hora, pensé que lo mejor era darle la razón. ¿Para qué perder más
tiempo intentando educar a una idiota? Quizás lo mejor, aunque cruel, será que
si algún día (Dios no lo quiera) la parejita ésta tienen descendencia, les
dejen cegatos por falta de luz, y aprendan a escuchar y a razonar. Lo malo es
que, como siempre, pagará el que menos culpa tiene… ¿entendéis lo que quiero
decir? Lo dudo, pero sigamos.
¿Parece que me pongo demasiado rabioso con
gente a la que no habría que hacerle ni caso? Sí, es posible, quizá lo mejor
sería ignorarles. Pero ¿por qué siempre se van de rositas? ¿Por qué los
estúpidos y los maleducados siempre imponen su razón? Yo por lo menos tengo esa
sensación. Conocí hace años a un
individuo, seguramente el ser con menos educación de la creación. Este pedazo
de asno metido en un cuerpo humano despreciaba y maltrataba sistemáticamente a
todo ser humano que se le acercara, a no ser que el ser humano en cuestión se
arrastrara ante su presencia y le alabara, momento en el que pasaba a formar
parte de su rebaño de esbirros. Pues este ser inmundo acabó forrado de pasta,
dirigiendo una gran empresa, a costa de maltratar a sus semejantes y de decir
impertinencias cada vez que abría el hocico. ¡Y nadie le contestaba nunca, coño!
En parte por miedo a que te soltara un guantazo, pero también porque este tipo
de especimenes usan la educación ajena como escudo contra su zafiedad. Saben
que poca gente es capaz de hacerles frente, de ponerse a su altura (a su
bajura, mejor dicho) y eso les hace más fuertes.
Pensándolo bien, que les den mucho por saco.
No merece la pena perder más tiempo con gente
tan borde y tan prepotente. Ése es el problema, por lo menos uno de mis
problemas: damos importancia a gente que no merecería ni que nos acordáramos de
que existen. A mi perra Pepi no le consulto las cosas ni le hago caso casi
nunca, porque soy consciente de sus limitaciones (aunque la verdad es que a
veces pienso que la infravaloro). Pues con estos tipos lo mismo: a las hormigas
no se les pide consejo para hacer centrales nucleares. A tomar por culo.
Centrándonos de nuevo: las cosas no me iban
mal del todo, aunque había algo raro en el aire, algo que provocó la historia
que os voy a contar.
Ahí va.
1 comentarios:
mola, seguro q cuando la publiques sera 1 exito
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