- ¿Para qué se echan hielos a una Coca-Cola?
- Para que esté más fría
- ¿Y la rodaja de limón?
- Para que tenga un saborcillo a limón
- Y, entonces, ¿por qué no se ponen hielos hechos con zumo de limón?
Lo que una niña de siete años veía evidente, al resto del mundo se nos escapaba. La creatividad es esa capacidad del cerebro para ver las cosas de una manera que no es la habitual, de establecer conexiones entre diferentes campos de conocimiento, para crear una realidad nueva, distinta y, muchas veces, mejor. Somos creativos cuando no nos conformamos con lo establecido, con lo rutinario, cuando pensamos que las cosas no son correctas simplemente “porque siempre se han hecho así” o cuando nos convencemos de que, con toda seguridad, hay otras formas más eficaces de solucionar el problema al que nos enfrentemos.
Koontz define la creatividad como la capacidad y el poder de desarrollar nuevas ideas. Pero esas nuevas ideas, pueden venir, simplemente, de establecer conexiones entre las que ya existen. Tan creativo es el que descubre la penicilina como el que une una máquina de vapor y una carreta, e inventa el automóvil. No siempre es necesario crear desde la nada, sino que podemos unir ingredientes conocidos con una nueva receta y nos sale un plato estupendo.
Lo difícil para nosotros es ver las cosas como las ven los niños. Ellos son extremadamente creativos porque no están condicionados por experiencias que convertimos en prejuicios. Los adultos nos sentimos más seguros si aplicamos los modelos que crea nuestra mente, y a los que nos agarramos como flotadores en medio del océano de nuevas vivencias al que nos enfrentamos a diario. Y es verdad que, muchas veces, la experiencia previa nos ayuda a seguir adelante, porque aplicamos remedios ya probados a problemas que se repiten. Lo malo es que otras muchas veces aplicamos remedios ineficaces, simplemente porque son los únicos que tenemos a mano, los únicos que conocemos, sin tener en cuenta que ese problema o reto concreto al que nos enfrentamos es diferente, por lo que exige una diferente solución.
Un niño, no: a un niño le dices que te dibuje un cuadrado con tres líneas rectas y no se queda bloqueado, como nos pasa al noventa y nueve por ciento de los adultos. Él escucha, agarra un lápiz y te dibuja un cuadrado más tres líneas rectas pintadas a un lado o dentro del propio cuadrado. ¿Qué hace nuestro experimentado cerebro de adulto? Oye (no escucha, sólo oye), interpreta (se auto-impone restricciones y apunta: me piden un cuadrado dibujado sólo con tres líneas rectas), busca cómo hacerlo (modelos previos, que en este caso no encuentra), quiere quedar bien (siempre tenemos que ser y/o parecer al menos los más listos de la clase), y, al final, se hace un lío del que no sabe salir.
Se puede aprender a ser más creativo, a evitar esas barreras mentales que nos bloquean, a desarrollar esa capacidad que todo ser humano posee (y algunos animales, no nos creamos tan únicos y superiores, que así nos va. Como ejemplos, mirad en youtube un vídeo de una ballena beluga haciendo pompas redondas para entretener a los niños que la observan, o el pulpo que se desplaza usando una concha como trineo. Ejemplos con chimpancés hay cientos). Además, tenemos que comprender que la creatividad exige esfuerzo, un trabajo continuo, rara vez es fruto del puro azar. Como decía Edison: “un uno por cierto de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración”. Y se puede aplicar la creatividad en todo lo que hacemos, no es una necesidad exclusiva de los artistas o los científicos, ni de los departamentos creativos de las compañías.
En la empresa damos un paso más y buscamos la innovación, que es ni más ni menos que la aplicación práctica de la creatividad hacia nuevas ideas, conceptos, productos, servicios o procedimientos. Se puede ser creativo y no ser innovador, si nuestras ideas no tienen luego una aplicabilidad práctica que las hagan útiles.
La creatividad y la innovación siguen un proceso, y son más eficaces si aplicamos unas técnicas concretas para cada caso específico.
PEPO MATEO
Hielos de limón
viernes, 12 de febrero de 2010
Etiquetas: creatividad, innovación
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