Líderes y aficionados

domingo, 14 de febrero de 2010

¿Cuántos libros se han escrito sobre Liderazgo?, ¿Cuántos modelos diferentes se han planteado acerca de cómo debe ser un líder para dirigir correctamente a un equipo? Nadie sabe la cifra exacta, pero son muchos, muchísimos. En ellos se ofrecen mil recetas de cómo hay que liderar un equipo para llevarlo a la excelencia, pero pocas veces se exponen los peores defectos que puede padecer un supuesto líder y que impiden que su tarea como tal, llegue a ser eficaz. Cuando leemos alguno de estos libros, solemos compararnos con el modelo de liderazgo que se plantea, buscando coincidencias con nuestra manera de actuar. Ante un listado de los defectos o carencias que impiden a una persona llegar a ser un buen líder, deberíamos hacer lo mismo y ver si, por casualidad, podemos asumir como propio alguno de ellos, aunque sea lejanamente. Sí, sé que esto es mucho más difícil, es más simple identificarse con virtudes que reconocer defectos en uno mismo, pero también puedo asegurar que es mucho más sano y, sobre todo, que tiene una gran utilidad.

Cuando preguntas a los demás por la experiencia que han tenido, curiosamente les resulta mucho más fácil identificar deficiencias en su jefes, sean presentes o pasados, que cualidades en los líderes con los que hayan trabajado (lo que te lleva a constatar, de paso, una triste realidad: jefes hay muchos, pero los líderes de verdad escasean).
¿Cuáles son esos defectos? Veámoslo mediante algunos de los estereotipos que pululan por nuestras empresas:



Súper-nova: es la estrella que todo lo eclipsa. En el universo sólo brilla él y todo lo demás no existe, eclipsado por su fulgor. En el fondo sabe que el equipo le es imprescindible para su lucimiento personal (Maradona era el mejor y, sin embargo, nunca hubiera podido ganar un partido jugando solo), pero nunca reconocerá en ellos ningún mérito, no vaya a ser que le hagan algo de sombra. La naturaleza nos enseña, sin embargo, que las supernovas brillan mucho, pero duran poco. Algunos deberían aprender algo de lo que nos dicen las estrellas…
Gurú: se sabe la teoría de memoria, e incluso la crea (aunque normalmente la copia y la maquilla un poco para que parezca suya). Jamás ha tenido un éxito como líder de ningún proyecto, pero sabe venderse como experto, consiguiendo crearse una imagen de “maestro” basada en pura palabrería. Su inutilidad podría ser provechosa para los demás, si se utilizara como modelo de cómo no deben hacerse las cosas, pero eso es algo que el gurú jamás admitirá. Ellos no cometen errores, es el resto del mundo el que no vale para nada. Se parecen mucho a ciertos políticos, ¿verdad?
Pinocho: el jefe mentiroso, el que jamás mantiene una palabra, el que te deja colgado cuando hay algún problema “porque él nunca dijo eso”. Es uno de los peores defectos (si no el peor) que puede tener un supuesto líder: su falta de palabra, de honradez. Y no hablo de personas desmemoriadas, hablo de mentirosos profesionales que moldean “su” realidad a costa de negar cualquier decisión o acto pasado que les pueda perjudicar. La pena es que a éstos no les crece la nariz; si fuera así, sería más fácil identificarles.
Marqués de Sade: le encanta hacer sufrir a “su” gente, disfruta haciéndoles pasar malos ratos, y luego no entiende por qué están tan desmotivados. Ni tiene educación ni sabe lo que esta palabra significa, pero no le importa. Tiene muy claro a dónde quiere llegar, y para ello debe “machacar” a los que tiene a su lado. Muchas veces se disfraza de tío simpático, da el pego los primeros momentos, pero siempre acaba por enseñar esos colmillos podridos con los que muerde, sin parar, a los que tienen la desgracia de trabajar a su lado. Existe la tentación de pensar que este tipo de individuos son eficaces en períodos de crisis, son los perros de presa que se ponen en ocasiones en las empresas para hacer limpia: gravísimo error. Nunca son valiosos, jamás aportan nada bueno, sólo destruyen y hacen daño. ¡A la hoguera con ellos!
Exfutbolista: ¿cuántos antiguos futbolistas intentan ser buenos entrenadores al retirarse? Muchos, pero sólo unos pocos lo consiguen (¡qué bueno eres, Guardiola!). Se puede ser un maestro con el balón y un desastre dirigiendo un equipo. Llevado al mundo de la empresa, ser un buen técnico tampoco te capacita para ser un buen líder, y sin embargo, en innumerables ocasiones las empresas reclutan a sus directivos entre sus mejores especialistas, sin analizar si, de verdad, “además” tienen madera de líder. ¡Cuántos expertos felices han acabado como jefes amargados (y “amargantes”)!
PinBall: ¿sabéis esas maquinitas de los bares donde una bola va de un lado para otro a toda velocidad? Pues así está nuestro protagonista, siempre más liado que el testamento de un loco, sin un momento para nada. Asume todas las tareas, se encarga de todo, no limpia la oficina porque le da vergüenza ponerse con la aspiradora, porque si no… En el fondo, falta de organización y no saber/querer delegar. ¿Será que no confía en su equipo?
Profesor Bacterio: Tiene mil ideas que luego no consigue llevar a la práctica porque no se centra en nada más que en intentar demostrar a los demás lo “creativo” que es. Y un visionario no es el que tiene mil proyectos que no llegan a nada, sino el que, teniendo ideas innovadoras, además las lleva a la práctica (o, por lo menos, deja que otros lo hagan). El verdadero problema no son ellos, sino los que les apoyan, alientan y se hacen cómplices de sus mamarrachadas.




En definitiva: egocentrismo, falta de honradez y de credibilidad, falta de confianza, abuso de poder, no predicar con el ejemplo, falta de organización, falta de humildad, no delegar, no estar centrado en los objetivos del equipo. Cualquiera de estos defectos inhabilitan a una persona para poder ser considerada un buen líder.
Entonces ¿qué viene ahora? Ahora toca mirarse el ombligo ¿Con cuál de ellos nos podríamos identificar, aunque sea lejanamente, aunque sólo sea a veces? (yo, con un par de ellos, por lo menos)
Y luego, ya sabéis: a ponerle remedio.
PEPO MATEO

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