Chapuceros sin Fronteras

miércoles, 23 de enero de 2013

Los chapuceros tienen algo que me atrae y a la vez me espanta y me repele. Es como cuando alguien se cae en medio de la calle: no quieres mirar pero no puedes evitarlo. Pues lo mismo, una buena chapuza me da dolor de cabeza pero no puedo dejar de apreciar el ingenio de su autor, por llamarlo de alguna manera. A lo mejor es porque yo a veces también he sido bastante chapucero. Recuerdo que tuve un Citroen 2cv (el famoso "dos caballos") al que se le pudrió todo el tubo de escape. Agarré una cañería vieja de casa de mis suegros y me fabriqué un escape a medida que era la envidia del barrio y duró un montón de años. Es lo que tiene ser pobre, que te tienes que apañar con lo que hay...
(en verdad os digo... colgar a un tío de una grúa o poner una manopla en el limpiaparabrisas ¡no tiene precio!)














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