Un mundo de chapuceros

jueves, 17 de enero de 2013

Con lo poco que cuesta hacer las cosas bien... a veces, menos trabajo incluso que hacerlas mal. Sin embargo, hay gente especialista en cagarla estropear todo lo que hace, como si tuvieran una maldición encima. Mi padre por ejemplo, pardescanse, era el ser más chapucero y manazas para las tareas del hogar que he conocido en mi vida (en su trabajo no, que conste, que era una auténtica eminencia). Cuando empezaba a arreglar algo, además se ponía nervioso y empezaba a cagarse en todo jurar en arameo y despotricar contra el mundo y los imbéciles que lo poblaban, sobre todo si eran japoneses (nunca supimos a qué venía ese odio por los japoneses, quizá mi madre tuvo antes un novio de ese país o vaya usted a saber). Una vez intentó colgar un espejo en un baño, se le fue el taladro e hizo un boquete en la pared que cabía una cabeza. Quizá lo que buscaba era hacer una ventana entre el baño y el dormitorio y no le entendimos, pobre mío.
















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