Un hombre muy alto llama mucho la atención, y a veces su vida se convierte en una pesadilla por lo pesada que es la gente. No pueden casi ni salir a a calle porque siempre hay algún pelmazo que se quiere hacer fotos con él o soltar algún chistecito sobre el frío que hace en la estratosfera. Pues una mujer muy alta es todavía peor, porque hay menos. Respetamos más a los muy bajitos que a los muy altos. A nadie se le ocurre importunar a un enano para hacerse una foto con él por miedo a que se ofenda (con razón), pero pensamos que los gigantes están ahí para que los disfrutemos con alegría.
Pues no.
Gigantes
martes, 24 de enero de 2012
Etiquetas: humanidad
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