El color verde no es verde en todas partes. De hecho, en algunos lugares ni siquiera existe. Aunque en occidente usemos una determinada categoría de colores, lo cierto es que no todo el mundo comparte ese mismo «punto de vista». Y de esto tiene mucha culpa el lenguaje, porque el nombre que el ser humano da a los colores condiciona su percepción de la realidad. Para los himba, tribu que vive en el norte de Namibia, el cielo es negro. Y si para cualquier occidental el color del agua es azul, para esta comunidad es blanco, el mismo que el de la leche.
Otro ejemplo: cuando alguien está enfermo y pálido, nosotros decimos que tiene la cara blanca,
pero para los japoneses la tendría azul. Para nosotros la fruta que aún
no está madura está verde, mientras que para los japoneses está azul.
En la lengua japonesa no existió una palabra para el color verde hasta que hace un milenio se introdujo el término «midori». Hasta entonces verde y azul habían sido el mismo color, el azul. Pero la inclusión de la nueva palabra no logró cambiar la costumbre de los japoneses, que pasaron del «midori». Tal y como hacían sus antepasados, los nipones afirman que son azules muchas cosas que en occidente se ven verdes. «Hoy en día se sigue utilizando “ao” en palabras como “aoba” (hoja azul), “ao ringo” (manzana azul), “ao shingo” (semáforo azul) o “aona” (verduras azules)», cuenta Héctor García, autor del estudio.
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