Antiguamente era tradicional construir los monasterios en los lugares más remotos, separados de cualquier contacto humano. La idea era que los monjes se dedicaran a rezar sin que fueran distraidos de su vida de retiro por asuntos mundanos. Hoy, como hay menos monjes que billetes de siete euros, estos monasterios se han convertido en atracciones turísticas o lugares de retiro para ejecutivos estresados. Y sin vértigo, claro.
Monte Popa, Birmania
Meteora, Grecia
Panagia Sumela, Turquía
Taktsang Lhakhang Monastery, Bhutan
Monasterio Colgante de China
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