¡Sit, sit, la patita!

viernes, 4 de noviembre de 2011

Hace tiempo conocí a una pareja en un curso al que me invitaron. Trataba de cómo aprovechar las flatulencias para impulsarte por el mundo astral y  no me resultó nada interesante, más que nada porque por más que lo intento, no consigo entrar en ese mundo. Ellos se llaman Crescencia y Priscilio y aman a los animales tanto como yo, o sea un huevo montón. Hace un año tuvieron la desgracia de que perdieron a su perro (que se murió, vamos) y decidieron adoptar otro. Se fueron a la perrera municipal de su ciudad, que no voy a decir cuál es pero está al norte de Madrid y eligieron al que parecía más gordito y amistoso. Ahora, un año después, tienen un problema: el chucho ha crecido y se ha hecho raro. No raro de carácter, eso no, porque es cariñoso y dócil, sino raro de forma. Para que me hiciera una idea del problema, me han mandado este vídeo. Yo no sé qué decirles, porque me temo lo peor: creo que les encasquetaron un hipopótamo.A ver qué os parece a vosotros.

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