Arrancadientes

martes, 27 de diciembre de 2011

En mis tiempos, cuando reinaba Carlos III más o menos, cuando eras pequeño y se te movía un diente, tenías varias opciones. O se lo decías a tu madre, quien se ponía las gafas y se tiraba media hora hasta que agarraba el diente, te hacía daño y se llevaba un mordisco, o atabas el diente a una cuerda, ésta a una puerta y, cuando estaba todo listo, cerrabas la puerta y el diente se iba con ella. Ahora los niños son más modernos. El sistema es prácticamente el mismo. Tienen dos opciones: o se lo dicen por teléfono a su madre, que está trabajando y les dice que está en una reunión y que no sea pesado, o se compran un rifle de gomaespuma y usan el antiguo método de la puerta. Como hace éste.

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