Los camellos también tienen derecho a enamorarse, como todo quisqui. Si un camello va por la calle tan tranquilo, ve que están haciendo una entrevista a dos funcionarios árabes y uno de ellos está más bueno que el pan, tiene todo el derecho del mundo a proponerle matrimonio, faltaría más. Y es que el funcionario bajito es irresistible: no sólo tiene el sueldo garantizado de por vida, sino que gasta una calva supererótica y viste a la última moda en Abercrombie & Fitch. Yo, habría hecho lo mismo que el camello, sin duda.
Me gustas, calvito
viernes, 30 de diciembre de 2011
Etiquetas: animales
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