Bichitos

jueves, 8 de diciembre de 2011

El domigo pasado estaba yo recogiendo hojas secas en el jardín, cuando vi de reojo que una hoja grande se me había quedado puesta sobre el hombro izquierdo. Le dí un golpecito con la mano, pero, curiosamente, seguía aferrada a mi jersey. La miré bien y encontré una enorme mantis religiosa (bueno, en realidad era atea) que me miraba con cara de decir: ¿tú eres comestible?
Lo que siguió prefiero no contarlo porque mi enorme prestigio dentro del mundo de los amantes de los animales (vale, tampoco es enorme, pero soy conocidillo en determinados ambientes) se iría a tomar por saco viento fresco. No le hice daño, os lo juro, sigue vivita y coleando en algún lugar de mi jardín, pero los saltos que di intentando quitarme aquel enorme bicho del hombro, batirían algún récord olímpico. Qué susto, por Dios.









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