Si eres calvo, eres calvo, y no pasa nada. No sé por qué esa manía de intentar esconder la alopecia bajo marañas de pelo, que más parecen una rata descansando encima de tu frente que otra cosa. Un tío calvo hasta puede tener gracia si lo lleva con estilo y personalidad. Pero un tío con peluquín es un gil del candil. Cuando yo iba a cazar con mi padre de pequeño (antes de convertirme en animalista, aunque como disculpa os juro que jamás cazamos nada de nada) nos invitaron a un ojeo de perdices en una finca por Extremadura. Era un día muy ventoso y a uno de los cazadores, en una ráfaga de aire fuerte, se le voló el peluquín. Otro que había cerca se creyó que era algún mamífero volador y le pegó dos tiros, para espanto del dueño, que se había gastado una fortuna en él. Se lo puso de nuevo, pero tenía dos agujeros enormes por los que relucía su calva, algo que me tuvo fascinado durante toda la jornada.
Peluquines
viernes, 9 de diciembre de 2011
Etiquetas: humor
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1 comentarios:
Te voy a regalar un peluquin por tu proximo cumpleaños. Desde luego, no hay nada más bonito! :PP
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