¡Pues abróchate la bragueta! Eso decíamos en el cole al que llevaba la cremallera del pantalón bajada. Sólo hay una cosa más horrible que llevar la bragueta abierta, y es darte cuenta de ello cuando llevas un buen rato delante de un montón de gente. Uno de los recuerdos de más vergüenza que tengo, fue el de asistir a una conferencia de un tío muy serio, quien llevaba la cremallera abierta y por el agujero se le salía un trozo de la camisa. Nadie se enteró de nada de lo que decía aquel pobre hombre; todos estábamos pendientes del trapillo aquél que asomaba, rezando además para que detrás del trozo de camisa no saliera algo más.
Comentándolo hace tiempo con mi primo Nicéforo, me propuso inventar algo para evitarlo. Tras casi seis minutos de duro trabajo, se le ha ocurrido esta maravilla.
¿Eres poeta?
martes, 1 de noviembre de 2011
Etiquetas: inventos
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