Raksha

sábado, 8 de octubre de 2011

Por todos los rincones de la caverna resonó el rugido del tigre. Separándose
de los lobatos mamá Loba se adelantó, fijando sus ojos en los ojos llameantes
de Shere Khan; y los ojos de la loba parecían dos verdes lunas brillando en la
oscuridad.
-Y yo soy Raksha (el demonio), quien te contesta. El cachorro humano es mío,
Lungri, mío y muy mío. No se le matará. Vivirá y correrá junto con nuestra
manada y cazará con ella; y, finalmente, y atienda bien su merced, señor
cazador de desnudos cachorrillos..., devorador de ranas... matador de pocos...,
finalmente, él será quien, a su vez, lo cace a usted. Así que, ahora, ¡lárguese!,
o por el sambliur que maté -pues yo no como ganado hambriento-, le aseguro,
fiera chamuscada de las selvas, que volverá su merced al regazo de su madre
más coja aún que al venir al mundo. ¡Lárguese!
Papá Lobo la miró con aire estupefacto... Ya casi había olvidado aquellos
tiempos en que ganó a mamá Loba en fiero combate con cinco lobos, cuando
ella tomaba parte en las correrías de la manada; llamarla Demonio no era un
mero cumplido.

(Joseph Rudyard Kipling. El libro de las tierras vírgenes)
Dedicado a ti, Ninuski.


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